Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar.

- José Martí

Wednesday, April 6, 2011

Sobre Keynes, las oscilaciones ideológicas y la muerte de Adam Smith

Escrito por Ian J. Seda-Irizarry

Con la crisis del capitalismo los vientos nuevamente soplan en dirección de los que apoyan una participación activa por el gobierno en la economía. Por ejemplo, se habla de regular los mercados financieros, a los que se les achaca la explosión de la crisis financiera y la recesión global.

Las ideas del economista inglés John Maynard Keynes son las que inspiran esta visión del gobierno. Algo interesante es que muchos de los economistas que hablan sobre retomar a Keynes no discuten porqué la hegemonía del pensamiento keynesiano se derrumbó en los setenta y dio paso a la ideología neoliberal.

Cabe resaltar que las dos grandes crisis económicas del siglo 20, la de los treinta y la de los setenta, sacudieron varios pilares del pensamiento económico. Con la de los treinta se decía que el gobierno debía intervenir para suavizar el ciclo económico. Con la de los setenta se decía que el gobierno es un obstáculo para la dinámica innovadora del capitalismo.

Con la actual crisis regresamos a la idea de que el estado debe intervenir. Nadie debería sorprenderse si en el futuro el gobierno nuevamente es pintado como el malo de la película.

Esta oscilación ideológica entre “mayor o menor intervención del estado” es la que muchas veces nos impide ver cómo el capital se puede relacionar con el gobierno. Cuando en problemas el capital puede utilizar al gobierno como muletas para sostenerse, y cuando ya anda recuperado las hecha a un lado.

Adam Smith señaló hace mucho que los comerciantes y manufactureros de su época eran los mismos que hacían las políticas económicas. Por ende, no debía sorprender que tales políticas fuesen en beneficio de ellos mismos, aún cuando fuesen en detrimento de las masas.

En el presente, cuando uno apunta a los principales donantes de Obama en Estados Unidos, ve quienes forman su equipo asesor y cómo se dio dinero público al sector financiero, mientras el desempleo sigue en aumento, uno se debería preguntar si Adam Smith está tan muerto como dicen.

Autor: Ian J. Seda-Irizarry - Candidato al PhD e instructor en economía en la Universidad de Massachusetts en Amherst.


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