Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar.

- José Martí

Thursday, April 30, 2009

La situación del trabajo y el trabajador en este 1ro de mayo, Parte 1

Nota: Este artículo lo hemos dividido en 3 partes que publicaremos durante el resto de la semana

La importancia del trabajo

El 1ro de mayo, Día Internacional del Trabajo, representa para muchos un grito de protesta ante las salvajes injusticias y atrocidades que provienen de un sistema donde lo importante no es servirle a la mayoría, sino conseguir la acumulación de más y más ganancias para una minoría que dispone del control (ya sea directo o indirecto) sobre los medios que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. Desde su inspiración inicial en 1886 basada en acortar la jornada de trabajo a ocho horas, hasta el presente con las manifestaciones pro inmigrantes en Estados Unidos, o el paro contra las privatizaciones que el gobierno de Fortuño se prepara a implementar en Puerto Rico, este día sirve de bandera para los distintos grupos y organizaciones en todas las naciones del mundo que reconocen la explotación, dominación y opresión que de una manera u otra se manifiesta en su diario vivir bajo el presente régimen socioeconómico.

Una de esas formas de opresión es el hecho de que la importancia del trabajo no se reconoce. Algunos, los más retrógradas defensores del capitalismo, obvian incluso que el trabajo crea, reproduce y aumenta la riqueza. También ignoran que el trabajo crea los medios y las condiciones necesarias para el capitalismo. Otros, los más reformistas, simplemente limitan las posibilidades del trabajo: se vuelve sólo actividad mental en la mente; actividad que crea normas, contratos e instituciones en un universo institucional; actividad que crea signos y lenguaje en un mundo 'textual'. Lo que todos evaden es que el ser humano de carne y hueso tiene que satisfacer sus necesidades naturales, y que al trabajar con los medios y las condiciones que ha creado para ello, crea en sí mismo la fuerza, la inteligencia, la técnica y el conocimiento que lo abren a nuevas necesidades. La naturaleza del ser humano no es que sea 'racional', egoísta, un otro absoluto, etc. La naturaleza del ser humano es que trabajando crea su propia naturaleza.

En estos momentos en los que el capitalismo está pasando por su crisis más aguda desde la década del treinta, las versiones más retrógradas se han acallado. Han resurgido discusiones de índole reformista donde se discute salvar, arreglar o regular el sistema. Pero lo que necesitamos es un profundo cuestionamiento sobre la necesidad y deseabilidad del sistema capitalista y su lógica. Para ello tenemos que posicionarnos de lleno desde el punto de vista del trabajador.

En el capitalismo, el trabajo se desenvuelve fundamentalmente bajo las condiciones del mercado, las cuales fueron creadas anteriormente. Una vez se desarrollan los medios y la necesidad de expropiar al trabajador, éste queda sin sus antiguas propiedades (ciertamente "libre", pues ya no tiene el apoyo ni las responsabilidades de las relaciones anteriores), y no le queda otro remedio que vender su fuerza de trabajo en el mercado. Con ello, el que se hace dueño de las herramientas y materiales, emplea al trabajador. El trabajador produce la riqueza de la sociedad, pero en vez de recibir el valor de lo que produce, recibe sólo el valor de lo que le cuesta en el mercado adquirir los medios para satisfacer sus necesidades básicas (techo, alimento, educación, entretenimiento, etc.). En otras palabras, al trabajador se le remunera para asegurarse de que sea capaz de regresar a trabajar de la misma manera al otro día. El capitalista aumenta su riqueza cuando emplea a los trabajadores para vender lo que éstos produjeron, les paga lo adeudado, y se queda con la diferencia. A raíz del control que tiene sobre los medios de producción, que en este caso son mercancías que sólo el capitalista puede comprar y organizar para producir, el capitalista le dicta al trabajador qué y cómo producir para que cuando éste aumente la riqueza de la sociedad, aumente el capital. Esto, dicho sea de paso, explica la ceguera de los defensores más fanáticos del capital, pues ven todo desde el reino de la igualdad del mercado sin mirar las injusticias en el trabajo, y explica también la insistencia de los reformistas en crear empleos e incluso empleos que paguen más o el salario justo, pues esto no afecta en nada la raíz del problema.

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