Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar.

- José Martí

Tuesday, June 2, 2009

El neoliberalismo y la desastrosa situación del trabajador en EEUU

Nota: Esta es la parte 3, sección 2 de nuestra serie "La situación del trabajo y el trabajador este primero de mayo".

El periodo neo-liberal que ha hecho crisis no se caracteriza simplemente por la privatización de bienes públicos. Como hemos visto, esto es parte del funcionamiento normal del capitalismo que busca penetrar todo tipo de relación social para garantizar que el trabajador dependa intensamente del mercado y lograr así explotarlo al máximo. Lo que define al neoliberalismo es la manera en que esa privatización ocurre.

El papel de las compañías transnacionales, la hegemonía de EEUU con su dólar, el sistema internacional financiero y el endeudamiento del trabajador son fundamentales para esa privatización (para análisis de la crisis que enfatizan la importancia de estas estructuras, en inglés, ver aquí). Todas estas estructuras se cebaron durante el periodo de la reconstrucción de la posguerra gracias a la alianza entre capitalistas y reformistas. Pero mientras las armas de los capitalistas se desarrollaron, las de los trabajadores no hicieron lo propio para ofrecer resistencia significativa, pues sólo tenían uniones que negociaban con los capitalistas los medios para obtener mejores condiciones de trabajo y más bienes de consumo sin desarrollar efectivamente estructuras alternativas. Cuando la alianza se volvió un obstáculo para los capitalistas, los trabajadores no estaban preparados para hacer frente al asalto de sus contrarios. (Ver parte 3, sección 1.)

Uno de los elementos más propios y, a nuestro juicio, más fundamentales de este periodo es la importancia que el crédito tiene en la apropiación capitalista de la riqueza. Aparte del mecanismo usual de apropiación de riqueza del capitalismo (la compra de la fuerza de trabajo que produce más de lo que necesita para reproducirse, a cambio de lo que el/la trabajador/a tan sólo necesita para poder regresar a trabajar al otro día) el capitalismo neo-liberal, sobretodo en EEUU, substituye el aumento de salario al/la trabajador/a por préstamos, endeudándolo así sistemáticamente. Los intereses que los trabajadores pagan financian más préstamos o producción propiamente, tanto en EEUU como en el resto del mundo. Más aún, la promesa de pagaré del trabajador le sirve al capitalista para especular. Los/las estadounidenses pueden comprar cada vez más bienes en el mercado producidos por compañías multinacionales porque aunque sus salarios se estancan desde los años 70, utilizan el crédito para satisfacer sus crecientes necesidades. Mientras más se endeudan y más compran los estadounidenses, más producen los sweatshops de las multinacionales al otro lado del mundo, las cuales por lo general emplean trabajadores en los países periféricos para los procesos estandarizados de manufactura mientras que emplean estadounidenses y otros trabajadores sumamente diestros en otros países del centro para procesos más sofisticados, como los de investigación y diseño. La deuda de los trabajadores, atada a cada vez más complicados derivados financieros, es vendida a inversionistas extranjeros quienes encuentran en ellas una inversión segura. La riqueza producida por los trabajadores al otro lado del mundo sirve para el financiamiento de la investigación y desarrollo, la compra de maquinaria y equipo avanzados, y el financiamiento de la deuda del/la trabajador/a en EEUU. En última instancia, sirve para pagar los relativamente altos pero estancados salarios del trabajador en EEUU, cuya fuerza de trabajo es más cara en virtud de todo el valor concentrado en su país, que requiere que el trabajador tenga más gastos, como por ejemplo, costosos entrenamientos.

La expansión del capital en este sistema implica la expansión del crédito del trabajador en EEUU y la super-explotación de los trabajadores en el resto del mundo. Asegurar el aumento del crédito y con ésto el poder adquisitivo del/la trabajador/a estadounidense se vuelve imprescindible. Para ésto hay que tomar por asalto las viejas instituciones y organizaciones, tanto en EEUU como en el resto del mundo, y re-privatizarlas para que tengan ganancias y sirvan para financiar la vorágine. Por ejemplo, las partes del estado benefactor que funcionaban como potes de fondos que el trabajador ponía para satisfacer sus necesidades (por ejemplo, los fondos para servicios de salud, educación, retiro, que el/la trabajador/a pagaba mediante sus impuestos) ya eran privados en el sentido de que el/la trabajador/a no los controlaba y su objetivo primordial era mantener una mano de obra saludable y diestra, y no plenamente sana ni creativa. La llamada privatización neoliberal lo que hizo en este caso fue desmantelar estos potes y, para todos los efectos, dárselos a bancos y aseguradoras, que cubrirían los gastos, siempre prestos a cobrar elevadas pólizas o intereses. El dinero que el capitalista obtiene de venderle al/la trabajador/a los medios para estar saludable o diestro, ahora se utiliza para especular o financiar otras empresas que le permitan al/a trabajador/a estadounidense estar en posición de pagar sus costosas pólizas y sus deudas. La función de mantener las destrezas del/la trabajador/a lo suficientemente sanas continúa, pero ahora no sólo a través de organizaciones más propiamente capitalistas sino que patrocinadas por y patrocinadoras del sistema de deudas.

El problema es que la necesidad de tomar por asalto esas viejas instituciones también pone al/la trabajador/a en una situación precaria. Esto es un problema serio porque el/la trabajador/a tiene que pagar su deuda para que el sistema funcione. La crisis estalla cuando una de las partes en el corazón del delicado andamiaje financiero internacional deja de poder pagar.

Esto ocurrió de manera definitiva en el mercado de bienes raíces de EEUU. Muchos trabajadores/as ya endeudados hasta la coronilla, utilizaron sus casas como garantía para préstamos hipotecarios con intereses que aumentarían con el tiempo. Los prestamistas que ahora han sido demonizados por prestarle a estos trabajadores/as con poca posibilidad de pago (los infames préstamos "sub-prime") habían estado siguiendo la lógica de la estructura global, según la cual el valor de la casa aumentaría cuando los intereses se utilizaran para otros proyectos que aumentarían la riqueza global, aumentando por tanto el valor de los bienes raíces. Esta fantasía no contemplaba, entre otras cosas, que el salario del/la trabajador/a no aumenta. Llegado el momento de pagar los intereses más altos, con sueldos que no aumentaban, endeudados hasta la coronilla, no pudieron pagar todas sus deudas, incluso la hipoteca de la casa, que es la última que uno deja de pagar. Dada la compleja interconexión de los derivados financieros, esto creó un efecto dominó con todas las deudas, que dependían de alguna manera de los pagarés de los/las trabajadores/as, extendiéndose en primer lugar a los/las trabajadores/as con buen crédito y luego al resto de la economía. El/la trabajador/a no paga sus deudas porque el sistema financiero se colapsa y le rompe el "leverage", y el sistema financiero se colapsa porque el/la trabajador/a no paga sus deudas. Eventualmente esto llega al sector industrial, que comienza a tomar las medidas típicas de una crisis (botar gente, forzar a los trabajadores a bajar sus salarios con la amenaza de despidos, etc.). Así no sólo el valor de las casas se desvanece y con ellas su "leverage," sino el salario de los trabajadores, y con ésto su posibilidades de pago. El resultado global de este proceso es que las mercancías producidas en el extranjero ya no se venden en EEUU, de manera que a nivel global vemos los procesos correspondientes de descomposición.

Podemos hacernos una idea mejor de la crisis al considerar que se espera que este año hayan más de 3,000,000 de desahucios en EEUU (Reuters, 16 de abril de 2009). Hay millones de personas que han sido desahuciados mientras las casas construidas con esfuerzo permanecen desoladas. Para marzo la tasa de desempleo en EEUU iba por 8.5% y la de los latinoamericanos en ése país por 11.4% (la tasa de participación para enero es de 65.5%, Bureau of Labor Statistics). En otras partes del mundo la situación se complica hasta el punto de surgir problemas tan básicos como de abastecimiento de alimento. En Puerto Rico, donde el ELA nunca pudo resolver el problema de emplear a la gente, la tasa de desempleo para enero era de 13% con una tasa de participación de 44% (Junta de Planificación). Pronto esto aumentara, gracias a las decenas de miles de empleados públicos que ya han comenzado a despedir.

En resumidas cuentas, hay millones de trabajadores con capacidad de trabajar desempleados, herramientas, máquinas y productos terminados que no se usan, mientras hay necesidad de los bienes que no se pueden consumir y, más recientemente, ni si quiera producir. Los/as estadounidenses siempre han pensado que son el centro del universo; en el caso del período de la posguerra y el período neoliberal capitalista con su crisis no estaban muy lejos de la verdad.

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