Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar.

- José Martí

Tuesday, February 23, 2010

Crecimiento ≠ Desarrollo

Nota: Artículo publicado originalmente en el semanario Claridad, 11 - 17 de febrero de 2010.
El año 2009 terminó. Para muchos fueron doce meses de desilusión política, incertidumbre económica y deterioro social. El Gobernador de Puerto Rico y la Asamblea Legislativa han intentado atender algunos de los principales problemas del país con medidas contrarias a las promesas realizadas en la campaña electoral. Como resultado, el deterioro que se había estado observando en la credibilidad de las instituciones políticas nacionales se ha acelerado de manera notable.

Por eso, cuando el principal ejecutivo afirma que lo peor ha pasado, que nuestra economía ya ha tocado fondo y, por tanto, a partir de este año vamos a crecer, la mayor parte del país no le cree. Hasta ahora, las medidas económicas adoptadas por el gobierno han tenido el efecto de continuar – y se anticipa profundicen – el patrón de reducción en el ingreso real de los trabajadores observado durante esta década. El despido de empleados, el aumento en las contribuciones y la desregulación paulatina del mercado laboral ha provocado, en términos absolutos y relativos, el empobrecimiento de los puertorriqueños.

Desde esta perspectiva, el programa económico de la presente administración gubernamental ha sido objeto de críticas por diversos sectores en Puerto Rico. Uno de los principales señalamientos realizados ha sido el fracaso de iniciativas similares adoptadas en los últimos treinta años por países en Europa y el continente americano. El ejemplo más reciente ha sido la experiencia de Estados Unidos de América (EUA) bajo la presidencia de George Bush, hijo entre los años 2001 y 2008.

Durante este periodo histórico indicadores económicos importantes como el Producto Interno Bruto (PIB), la inflación y el desempleo presentaron un deterioro en su desempeño. Por ejemplo, cuando se analiza el comportamiento del PIB – cuantificado a precios constantes – se observa que a partir del año 2004 ocurre una reducción sostenida en su tasa de crecimiento (véase www.bea.gov). La inflación, por otra parte, alcanzó en el 2008 la cifra de 3.85%, el nivel más elevado en dieciséis años. Mientras, la tasa de desempleo aumentó de 4.00% en el 2000 a 5.80% ocho años más tarde (véase www.bls.gov).

Sin embargo, el Gobernador Luis Fortuño ampara su política económica en la experiencia norteamericana durante la década de 1980, específicamente bajo la presidencia de Ronald Reagan. Para Fortuño, quien en esa época se formaba académicamente en universidades estadounidenses próximas a esferas importantes del poder político en dicho país, los principios que rigieron el proyecto económico de la Administración Reagan resultaron ser exitosos.

Para validar su posición, el Gobernador de Puerto Rico podría utilizar como argumento el comportamiento de los mismos indicadores observados previamente. Por ejemplo, en los últimos seis años de la presidencia de Ronald Reagan, EUA tuvo siempre una tasa de crecimiento económico superior al 3.00%. Desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial en el año 1939 no se había observado por un periodo tan prolongado tal comportamiento en este indicador (véase www.bea.gov). Durante su incumbencia en el poder ejecutivo, Reagan logró, además, reducir la tasa de inflación y la tasa de desempleo. En el 1980, un año antes de asumir el cargo, el aumento en el nivel general de precios había alcanzado el 13.58%, la mayor cifra desde el 1947. Mientras, la desocupación de trabajadores alcanzaba el 7.10%. Al finalizar su mandato ocho años más tarde, la inflación se había reducido a 4.08% y el desempleo a 5.50% (véase www.bls.gov).

Filosóficamente, Ronald Reagan proponía la no intervención del gobierno en la economía. Desde su perspectiva, éste era un problema en la promoción del crecimiento económico. Por tanto, su política económica se fundamentaba en la reducción del tamaño del sector público y la disminución de las tasas impositivas a individuos y corporaciones. Al conjunto de las medidas elaboradas se le conoció popularmente como “Reaganomics”.

El argumento principal elaborado por la Casa Blanca para promover dicha política económica era que las rebajas en las tasas impositivas otorgarían estímulos necesarios para fomentar el crecimiento en la producción de bienes y servicios. El resultado sería un aumento en el número de empleos y los salarios pagados. De esta manera, se estaría ampliando la base contributiva lo suficiente para compensar las posibles pérdidas de ingreso por la reducción en los impuestos. Para ellos, la implantación de estas medidas beneficiaría no tan solo a los sectores opulentos de la sociedad, si no también – mediante un efecto cascada – a las clases marginadas.

Sin embargo, a pesar del aumento en la producción y la reducción en la tasa de desempleo observada durante esos años; según las cifras oficiales, la cantidad de familias que vivían bajo el nivel de pobreza aumentó de 11.5% en el 1980 a 11.6% en el 1988 (vease www.census.gov). Es decir, para las familias norteamericanas más pobres, el crecimiento económico experimentado en dicho periodo no representó necesariamente un mayor acceso a aquellos artículos que pudieran satisfacer sus necesidades básicas.

Por esta razón, cuando se hace referencia a las condiciones materiales de una sociedad, el objetivo de las medidas adoptadas no debe ser el crecimiento económico por la simple acumulación de riquezas. Más importante aún es alcanzar mejorar la calidad de vida de las familias. En este contexto, no basta con lograr un aumento en la producción. También debe tomarse en consideración, entre otros elementos, el tipo de bienes y servicios que se producen y la manera en que se distribuyen los mismos entre la ciudadanía.

Ronald Reagan, por ejemplo, asumió como política la reducción del tamaño del aparato público. Para cumplir con ese propósito, se ordenaron recortes presupuestarios en programas gubernamentales de interés social que ofrecían servicios de salud, educación y asistencia nutricional. Sin embargo, EUA se encontraba – como parte de la Guerra Fría – en una carrera armamentista con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esta competencia provocó incrementos importantes en sus gastos militares. De esta manera, la Administración Reagan intervenía, paradójicamente, en la actividad económica dirigiendo una mayor cantidad de recursos públicos a la industria bélica; mientras, simultáneamente, marginaba la producción de bienes sociales.

Este cambio en la composición de la producción en EUA vino acompañado por una mayor desigualdad en su distribución. El Coeficiente de Gini se utiliza para medir la inequidad de ingreso o riqueza entre las familias. Esta herramienta asume valores entre cero (0) y uno (1). El cero (0) señala perfecta igualdad en la repartición. Mientras, el uno (1) muestra la apropiación por una familia de todo el ingreso o la riqueza de un país. En la economía norteamericana este indicador ha tenido la tendencia a aumentar a través del tiempo. Sin embargo, durante los ocho años de gobierno del Presidente Reagan, su incremento fue sostenido. Esta ha sido la única vez, por lo menos en las últimas seis décadas (periodo para el cual hay cifras disponibles), en donde esta variable ha asumido tal comportamiento. En ningún otro momento, se había observado en el Coeficiente de Gini aumentos consecutivos por un periodo mayor de cuatro años (véase www.census.gov).

Políticas similares a las adoptadas por la Administración del Gobernador Luis Fortuño han sido en EUA, país con vastas herramientas económicas a su disposición, históricamente inefectivas en la promoción de la justicia social. En nuestro contexto colonial, donde el 45% de los puertorriqueños viven bajo el nivel de pobreza, dichas medidas tendrán efectos aún más profundos. Desde esta perspectiva, resulta indispensable obtener los poderes necesarios que nos permitan tener al alcance instrumentos vitales para elaborar un proyecto de país viable y cónsono con nuestros intereses. Un proyecto político – económico en donde el objetivo principal sea emplear los medios productivos para satisfacer las necesidades fundamentales de todas las personas promoviendo el desarrollo y la equidad social.

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