Nota: Artículo originalmente publicado en Claridad, marzo,
2015.
La semana pasada el secretario general de Podemos, Pablo
Iglesias, estuvo de visita por la ciudad de Nueva York, donde participó de
varias reuniones y actividades con diversos grupos. Este que les escribe tuvo
la oportunidad de asistir a dos de esas actividades, oportunidad que no se
podían dejar pasar luego de uno estar siguiendo las actividades de Podemos y
sus portavoces desde hace meses, buscando paralelos con la situación de
desesperación y oportunidad de la realidad puertorriqueña.
La primera de las actividades a la que asistí fue organizada
por el círculo de Podemos en Estados Unidos para la cuál uno de sus portavoces,
Vicente Rubio, tuvo la gentileza de invitarme. Al llegar a la actividad,
celebrada a las 7:30pm en un magnífico edificio con un salón de banquetes y un
área tipo anfiteatro con dos niveles, sentí
de inmediato la emoción nerviosa de las
cerca de 300 personas allí reunidas que, entre charla y una que otra
cerveza, reflejaban una confianza y certidumbre sobre el futuro con las que
pocas veces uno se encuentra. Es de notar que, paradójicamente, una vez entrado
al edificio llamado “Centro Español,” se notaba un cuadro con el rey de España,
individuo que representa una de las instituciones, entiéndase la monarquía, que
Podemos y otros partidos quieren convertir en una pieza de museo.
Cuando entré al área de la actividad todas las sillas en el
primer nivel estaban ocupadas y detrás de las últimas filas había una batería
de cámaras esperando ansiosamente la llegada de Iglesias al evento. Tras estar
unos minutos tratando de localizar caras conocidas decidí moverme al segundo nivel. Justo cuando llegué
al último escalón, un grupo de 8 personas me pasó por al frente para bajar las escaleras a toda
prisa con un Iglesias serio y decidido en el centro de la comitiva. Los
primeros aplausos se escucharon cuando finalmente llegó el invitado al primer
nivel, con todo el mundo volteandose para recibirlo con una ovación. Tras
incorporarse por unos segundos al aplauso, Iglesias tomó asiento en la primera
fila mientras Pablo Bustinduy, coordinador de relaciones internacionales de
Podemos, subía a la tarima para ocupar el podio que decía “Podemos: The Time is
Now!.” Bustinduy ofreció un discurso donde compartió su perspectiva, mientras
residía fuera de España, de los hechos en su país y la frustración de “asistir
como espectadores pasivos de un espectáculo bochornoso que nos dolía, que
afecta a la gente que más nos importa” y cómo trabajaron por las elecciones
europeas y se “veía que estaba sucediendo algo” con actividades con personas
que venían a ser partícipes del proceso político.
Poco después Pablo Iglesias tomó el podio y devolvió a los
presentes la energía con la que lo recibieron. Sus palabras denotaban el tono
fuerte y confiado que han caracterizado consistentemente su estilo de oratoria,
irrespectivo de si está tratando de ganar adeptos, dar confianza a seguidores,
o enfrentando a los perros que le ha lanzado la derecha (esta última expresión
de la boca de Julio Anguita, referente de la izquierda y ex-coordinador de
Izquierda Unida, organización en la que militaba Iglesias).
Iglesias abrió su intervención diciendo que “queremos construir
una España a la que podáis volver, nunca más una España sin vosotros. Buenas
noches Nueva York.” Acto seguido notó que “una vez la gente pierde el miedo y
se hace consciente del poder que tiene la democracia, cosas que parecen
imposibles se pueden hacer realidad.” De ahí pasó a hablar de los “traidores de
la patria”- entiéndase los corruptos, el gobierno, y el propio presidente,
Mariano Rajoy- los mismos que dijeron que iban a solucionar la crisis.
Su mensaje terminó exponiendo que el año 2015 es el año del cambio,
pero “la clave para que ocurra... no es Podemos” sino el reconocer que “para
que la democracia sea real como dijeron los indignados en las plazas es que el
poder político realmente lo tenga la gente.” Luego de estas palabras finales no
se dio una sesión de discusión y Pablo y su escolta subieron nuevamente al
segundo piso, donde pude darle la mano y darle mi apoyo. El líder de Podemos me
dio las gracias y se marchó cansado pero satisfecho de haber podido compartir
con sus seguidores en la diáspora.
La segunda actividad se llevó
a cabo al día siguiente en el Centro de Estudios Graduados de CUNY en
Manhattan. Para la misma se había anunciado que Iglesias hablaría sobre las
razones y el desarrollo del ascenso de Podemos y la relación de la organización
política con grupos sociales. El auditorio, al igual que en la actividad de la
noche anterior, estaba lleno a capacidad (muchos se quedaron fuera), y se
encontraban varias personalidades de la izquierda norteamericana, como los
profesores Stanley Aronowitz y David Harvey, el coordinador del Left Forum Seth
Adler, y varios representantes de Syriza en Nueva York.
La introducción estuvo a cargo de Amy Goodman, reconocida
periodista y ancla del programa de radio y televisión Democracy Now. Goodman ofreció un enérgico discurso sobre el papel
de los medios alternativos y como la polémica informada es fundamental en el
proceso democrático de un país. Terminada la introducción, Iglesias pasó a
hablar de varios de los elementos que se combinaron para explicar la crisis en
España. El análisis que proveyó no fue
muy diferente de otros que llevan circulando por meses, aunque sí subrayó la
cuestión histórica y estructural, en un momento reconociendo que mucho de su
análisis provenía de los libros de Harvey.
Sorpresivamente, la presentación de Iglesias se dio por
terminada antes de que hablara de los temas que nos habían convocado a la
actividad. Eso sí, decidí ir a uno de los micrófonos para ver si se me daba la
oportunidad de hacer una pregunta, oportunidad que efectivamente se
materializó. Tras identificarme como profesor de economía en CUNY y miembro del
Partido del Pueblo Trabajador de Puerto Rico, hice dos preguntas. La primera,
pidiéndole a Iglesias que explicara el papel del tratado de Maastricht en la
crisis europea, y la segunda intentando de que hablara sobre las tensiones en
la práctica política del día a día.
Había muchas maneras de plantear la segunda pregunta, pero
decidí señalar la tensión entre el énfasis que hacía Podemos al subrayar cómo
el capitalismo mina la democracia y cómo las políticas económicas que proponen
son identificadas con uno de los defensores más importantes del capitalismo,
entiéndase John Maynard Keynes. Iglesias respondió diciendo que el mundo no se cambia con
elecciones o desde dentro del salón de clases y que hay límites con lo que se
puede hacer dado las relaciones de poder prevalecientes. Mencionó que “la
democracia sirve para limitar los poderes financieros” pero que “no tenemos la
fuerza para cambiar el sistema.” Otros luego continuaron diciendo que sí
estábamos en una situación revolucionaria a lo que Iglesias respondió que hay
una tensión geopolítica que brinda una gran oportunidad, aunque no
necesariamente es una situación revolucionaria entendida en el sentido
tradicional. Lo que sí es que el papel de la nación estado está regresando,
visión que contrasta con la de muchos teóricos que hablan de un imperio global
del capital que no necesariamente está anclado en una nación en específico.
En fin, estas y otras preguntas a Iglesias denotan la gran
expectativa que se tiene con lo que se pueda o no lograr en España y
eventualmente en Europa, si es que se materializa un bloque de naciones que
alcen la bandera de la justicia y la democracia ante las políticas de
austeridad de la Troika. Esperemos que las palabras de Iglesias sobre la
democracia y el miedo, citadas al comienzo de este ensayo, tengan más peso que
su vision, de lo que yo llamaría, “maximizar bajo restricciones” si ganan la
elección. La cuestión política es precisamente sobre mover y a veces destruir
esas restricciones.
Autor: Ian J. Seda-Irizarry, profesor de economía de John Jay
College (CUNY); isedairi@gmail.com